La paciente se llama Gina y su propietaria es Diana, una de nuestras auxiliares. Diana adoptó a Gina siendo una cachorra de 3 meses y siempre han tenido un vínculo muy especial. Actualmente tiene 10 años y medio y es una perra muy noble, sociable y especialmente compatible con niños.
Todo iba bien hasta que Diana recibió la peor noticia posible: su compañera de vida tenía un tumor maligno en la glándula adrenal derecha con invasión de vena cava caudal. Hubo que reflexionar muy bien cómo y cuándo intervenir. Analizamos todas las opciones y decidimos actuar.
La intervención extremadamente compleja y arriesgada se realizó el día 9 de febrero.
La principal dificultad de este caso era que el tumor estaba localizado en un órgano de localización muy compleja, con mucha vascularización, provocando repercusiones cardiacas a la más mínima manipulación, y que estaba invadiendo la vena cava caudal hasta el hígado, y la vena y arteria renal derechas. Todo ello hacía que el abordaje y la técnica quirúrgica fueran muy complejos. Todas estas circunstancias, y el hecho de tratarse de un tumor de gran tamaño, obligó a ejecutar un abordaje combinado línea media y retrocostal.
Los ayudantes, Elena Lozano y Daniel Aguilar, realizaban la separación de los tejidos colindantes para conseguir una buena exposición del tumor. Una vez expuesta la masa tumoral nuestro cirujano jefe, Manuel Jiménez Peláez, procedió a la extirpación del tumor adrenal y el riñón derecho. El momento más delicado fue el proceso de sacar la parte del trombo tumoral que invadía el interior de la vena cava. Para ello fue necesario ocluir la vena cava durante 10 minutos (parar por completo el retorno venoso al corazón), en el tórax delante del hígado, caudal al tumor/riñón derecho y la vena renal izquierda. Una vez retirado el tumor adrenal, el riñón y el trombo tumoral de la vena cava todo en bloque, se procedió a reconstruir la vena cava caudal. La tensión en quirófano iba en aumento porque era el momento decisivo, y con un tiempo muy limitado. Paso seguido se soltaron los torniquetes para restaurar la circulación venosa y tras comprobar que no había sangrados se procedió al cierre.
Esta cirugía está descrita en otros casos, pero el tamaño, la localización e invasión del tumor la convierten en una de las más complicadas que se han abordado con éxito.
A día de hoy, Gina se recupera como una paciente más, entre mimos y paseos al sol. Nadie niega que puede haber complicaciones a largo plazo, pero si todo va bien Gina tendrá su segunda oportunidad vital.
El caso de Gina se suma a los muchos éxitos de nuestro equipo, que encabezados por Manuel Jiménez Peláez, consiguen resultados espectaculares.